El Presidente Obama desea igualdad respecto a los salarios que tanto hombres como mujeres ganan en los Estados Unidos. Como presidente, su opinión pesa mucho dentro del ámbito político y social.
Estoy de acuerdo que el presidente exija a los empleadores por un justo salario para el personal femenino que emplea. Como fue enfatizado en su discurso, no todos experimentamos la preñez y por tanto el cuidado de la salud debe ser mayor para las mujeres. Muchas de ellas temen perder su empleo a causa de los últimos días de embarazo donde no puede asistir al trabajo. Si en nuestro país, el salario promedio para el género femenino se encuentra en el setenta y siete por ciento en relación a los hombres, como asegura el presidente, ¿por qué no se les cobra menos impuestos a ellas?
Es una panacea el diferenciar los géneros entre los empleados para atraer votos y buscar simpatía. Pero cuando se trata de impuestos, es el presidente quién puede cambiar las reglas en el futuro que muchos americanos compartimos con nuestras parejas. ¿No es su deber y derecho pedir más dinero? Para muchos padres de familia no es fácil buscar fondos de entre gastos considerados esenciales para la belleza femenina. ¿Quién quiere pagar $300 por un corte de pelo o $250 por la manicura? Son pocos los contribuyentes que piensan en estas situaciones.
Espero que el presidente no nos pida a los hombres que gastemos más dinero en arreglo personal ni en costos de vestimenta para una oficina que muchos nunca podremos pagar.
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